Utilizamos cookies de terceros con fines analíticos. Puedes obtener más información en nuestra Política de Cookies

Gestionar Aceptar
4 indicios de que el frío

4 indicios de que el frío

está dañando tu piel

Volver

A estas alturas del año ya habrás asumido que el frío ya se ha instaurado en nuestras calles y hogares y, aunque rasquemos algunos rayitos de sol al mediodía, durante unos meses va a tocar abrigarse y, sobre todo, poner especial cuidado a las señales que nos da nuestra piel, tanto en el rostro como en el resto del cuerpo.

En este post te vamos a explicar qué riesgos tienen el frío y las bajas temperaturas propias del invierno en tu piel.

Piel apagada

Uno de los lugares en los que más vemos resentida nuestra piel durante el invierno es el rostro, nuestra parte más expuesta y más sensible, a su vez.

Seguramente habrás notado que la piel de tu rostro ha perdido ese color y brillo que habías conseguido durante el verano. Tranquila, volverá. Además de estar menos expuestos al sol, las bajas temperaturas hacen que los capilares de la piel se contraigan y disminuya la irrigación de piel, lo que se conoce como vasoconstricción. Eso hace que lleguen menos nutrientes y oxígeno a nuestras células, por lo que muchas de ellas mueren y eso da un aspecto más apagado y pálido a nuestro rostro.

Piel apagada
Rojeces

Rojeces

Las rojeces son uno de los efectos principales en los cambios de temperatura, especialmente si tu piel ya es seca, fina y/o clara de por sí, puesto que eso significa que tienes menos glándulas sebáceas y tu barrera protectora se ve más fácilmente debilitada. Esas rojeces que ves es la microcirculación de tu piel, que ha quedado expuesta a la superficie por la falta de colágeno en las paredes de los capilares, haciéndolos más permeables.

¿Cómo remediarlas?

Por un lado, intensificando tus rituales de hidratación y limpieza de mañana y noche con un agua micelar o tónico. Por otro, añadiendo a tu rutina facial sérums y cremas hidratantes específicas, sobre todo si tienes una piel muy sensible que tiende a crear rojeces. Finalmente, siempre puedes aplicar una pequeña dosis de Talquistina Loción mañana y noche en el rostro limpio y seco.

Sequedad y tirantez

Sería injusto echarle toda la culpa al frío y a las bajas temperaturas. El viento, la humedad y el uso de calefactores y radiadores hace disminuir la humedad del ambiente por debajo de los valores recomendados (que oscilan entre el 50 y el 70%). Eso provoca deshidratación en nuestra piel en diferentes niveles, no solo en el rostro, sino que brazos y piernas también se pueden ver afectados de este envejecimiento prematuro.

El uso de agua muy caliente en la ducha es uno de los agravantes más comunes de la sequedad en nuestra piel, pues, contrariamente a lo que nos pueda parecer natural, el agua muy caliente puede contribuir a resecar todavía más nuestra dermis.

¿Cómo remediarlo?

Tendrás que intensificar la hidratación en el resto de tu cuerpo, no solo en el rostro, con cremas hidratantes y nutritivas. También puedes usar Talquistina en Loción para esas zonas más delicadas que se han resentido, como manos y muñecas.

Sequedad y tirantez
Picores y escamación

Picores y escamación

Con la bajada de temperaturas es normal que aumentemos nuestras capas de abrigo pero hay que tener cuidado con algunas de las prendas que utilizamos. Los cambios bruscos de temperatura cuando salimos y entramos de la calle a lugares cálidos pueden provocar una sudoración excesiva que se puede traducir en picores, irritaciones en la piel y descamación.

¿Cómo remediarlo?

Cuando escojas una prenda térmica, asegúrate que permite una buena transpiración de la piel y que puede hacer evaporar el sudor sin problemas. Si hay prendas que debes usar sí o sí y que igualmente te producen picor o irritaciones en diferentes partes del cuerpo (como es el caso de algunas medias), aplica Talquistina polvo o Talquistina Crema, en el formato que te resulte más cómodo, antes y después de usar esa prenda.




Ahora que ya sabes cómo responder ante los síntomas de tu piel durante el invierno, esperemos que puedas cuidarla y repararla para recuperar esa sensación de calma y suavidad de la que tanto nos gusta disfrutar. Recuerda acudir a un dermatólogo si alguno de estos síntomas persisten o empeoran.